Reportatge revista MetalMecánica sobre la situació actual de la Formació Professional en el sector metal·lúrgic a Espanya
Josep Mª Casals, Director de Formació de l’Escola del Treball de la Fundació Eduard Soler participa en el reportatge de la revista MetalMecánica sobre el nivell de Formació Professional en el sector metal·lúrgic a Espanya.
- De entrada, podría hacer un diagnóstico de la formación profesional en el sector de la metalurgia en España. ¿Qué tenemos hoy y qué nos falta?
Es sabido, y estaremos de acuerdo, que la valoración social de la FP en nuestro país ha sido históricamente baja, incluso diría, peyorativa. Durante décadas, ha sido menospreciada y mermada de recursos materiales y humanos y, en consecuencia, los jóvenes con talento no han sido atraídos por esa formación práctica. Afortunadamente esa situación ha mejorado y en la última década, el número de matriculados en FP en España ha aumentado casi un 60%; pero aún, así, pese a este crecimiento, la FP española continúa lejos de la tendencia de los países más desarrollados. Alrededor del 35% de estudiantes cursan FP frente a un 50% en países de la unión europea.
En general, y mejorando en los últimos años, la formación profesional en el sector metalúrgico ha hecho progresos de modernización para capacitar a los aprendizes, no solamente de los conocimientos básicos, sino también de conocimiento aplicado en tecnologías y procesos que les permitan añadir valor a su perfil profesional y dotar a las empresas de recursos humanos capaces de transferir innovación y mejoras productivas. En mi opinión, ese es uno de los valores que aporta la FP metalúrgica en estos momentos. Por otro lado, y no menos importante, es la contribución de la FP dual al desarrollo de competencias transversales de los estudiantes, que les aporta capacidades y habilidades largamente demandadas por el sector, recuperando la figura del aprendiz, y una mayor adaptación a las particularidades de cada subsector y empresa; disposición al aprendizaje, iniciativa laboral, autonomía y toma de decisiones, orientación a objetivos, capacidad de trabajo en equipo, o flexibilidad y adaptación al cambio.
Queda aún mucho recorrido por hacer; una mayor cooperación entre administración, centros educativos y el sector industrial para encajar mejor los currículos a los avances tecnológicos necesarios, mejorar las vías de comunicación entre ambos sectores para poder analizar y revisar frecuentemente las necesidades del sector y encontrar las soluciones adecuadas con un tiempo de adaptación rápido, enfocar el reto de la transformación digital o buscar la implicación del sector tanto en la contribución económica o en recursos de equipamiento o maquinaria para los centros, cómo en la cooperación en la formación de los docentes, ….
Pero, sobre todo, nos falta valorizar la FP para conseguir captar talento joven, que desorientadamente, siguen el itinerario de la Universidad hacia un futuro precario y sin salida profesional. Cabría un impulso decidido hacia una valoración social de la FP mostrando no solamente la elevada demanda laboral del sector (la industria genera el 26% de la demanda siendo el segundo sector de España en importancia), las posibilidades de inserción y crecimiento profesional además de las retribuciones económicas, sino también, el reconocimiento social a los estudios de técnico y técnico superior.
- La mayor demanda de las empresas es la necesidad de personal formado específicamente para lo que deben realizar. ¿Qué opinan del formato de FP Dual los centros educativos?
Los centros hemos hecho importantes avances en esa especificidad demandada… y las empresas están valorando positivamente los perfiles de FP que se desenvuelven en el trabajo de manera más efectiva que los universitarios debido a su formación práctica y enfocada al objetivo laboral; pero todas las partes implicadas, administración, centros y empresas, debemos poner de nuestra parte con estrecha cooperación y objetivos comunes para mejorar esa efectividad…
En nuestro caso llevamos el modelo dual en el ADN y fuimos uno de los primeros centros en impartir ciclos formativos de grado superior en alternancia dual con todos nuestros alumnos. Sin duda, por nuestra experiencia, la mayor dedicación horaria de los aprendizes en el puesto laboral y la mayor implicación de las empresas en el proceso de enseñanza-aprendizaje (a través de la definición conjunta de los planes de actividad en el centro de trabajo y de la dedicación horaria del tutor de empresa al mentoraje y seguimiento del aprendiz) además de su contribución económica a la formación de los alumnos (a través de su contratación); hacen del modelo dual una herramienta válida para la formación de los jóvenes e incluso para el reciclaje de trabajadores.
Si esas virtudes fuesen reforzadas con la colaboración por parte del sector tanto en equipamiento cómo en formación a los docentes, siendo conscientes del valor que el capital humano adecuadamente formado tiene para su competitividad, entonces, se cerraría un círculo virtuoso que aumentaría su potencial de desarrollo en beneficio de estudiantes, empresas y competitividad del país y de su desarrollo social.
Se contribuiría con ello a visualizar y valorizar la FP y consecuentemente a captar joven talento hacia el sector industrial metalúrgico.
En nuestro país solo un 3% de los estudiantes de FP cursan la modalidad dual, mientras que, en países como Alemania, ese índice sube hasta alrededor de un 70% y es frecuente que sean las propias empresas quienes impulsen a sus empleados a cualificarse en la FP. Un reto para todos.
- ¿Y las empresas, en tanto que deben invertir tiempo también en los alumnos?
Imprescindiblemente. La empresa está notando la falta de perfiles cualificados que aporten valor, innovación y competitividad a sus actividades. Las prospecciones europeas valoran el probable crecimiento de los perfiles técnicos cualificados en detrimento de las ocupaciones de bajo valor añadido y fácilmente automatizables. Esos cambios han llegado para quedarse.
En la era del conocimiento, de los perfiles ‘milenials’ y de la digitalización de los procesos en ‘Smart Factories’, las relaciones laborales están cambiando y el sector debe ser consciente que no bastará con iniciar un proceso de selección para cubrir un puesto de alta tecnificación. Para captar talento habrá que ofrecer no solo una retribución atractiva sinó formación continua, un proyecto innovador, perspectivas de carrera profesional, ambiente de trabajo, etc.
En nuestra opinión, la manera más eficiente de fidelizar al empleado cualificado pasa por planificar un plan de carrera que empieza por la formación profesional. La dedicación de tiempo del tutor a ese plan, es el menor de los costes, si se consideran los beneficios de acabar teniendo un profesional capacitado y alineado con la idiosincrasia y valores de la empresa; y todo ello empezando con un periodo de prácticas con descuentos fiscales para su contratación. Mejor aún si se cuentan los costes escondidos de la no capacitación de su personal; ¡el inicio de la cuenta atrás hacia el cierre! En países como Alemania, algunas empresas tienen empleados que dedican toda su jornada laboral cómo tutores de aprendices.
- ¿Cuál es la ratio de salida profesional actual en aquellos centros en que ya se llevan a cabo este tipo de formaciones?
En Catalunya, y según estudios del Consell General de Cambres de Comerç y la Conselleria d’Educació, la inserción laboral de los graduados en FP es del 54% que sube al 68,6% si se extraen resultados para los graduados en dual; y mejora aún más en la franja de graduados de grado superior en dual llegando al 73,8% situando la tasa de desempleo juvenil en un 8,8% en contraste con la tasa general de paro juvenil situada en un 30% con datos de 2019. El sector metalmecánico se sitúa en segundo lugar en ocupación juvenil.
En el caso de nuestro centro, focalizado en ciclos superiores del ámbito de la tecnología; Automatización y robótica, Mecatrónica industrial, Diseño mecánico y programación de la producción en fabricación mecánica, los índices de inserción son aproximadamente del 100% y en un 60% con contratación indefinida al terminar el periodo de formación en alternancia dual. Todo ello, demuestra la elevada demanda en el sector de técnicos especializados y la positiva valoración del sector empresarial ante la oferta de perfiles profesionales cualificados, con conocimiento práctico y competencias probadas.
- ¿Ven posible o necesario transitar en el mundo universitario también hacia una formación más práctica?
En nuestra opinión, la universidad cubre otros aspectos de la formación que no necesariamente deben pasar por la actividad práctica. El sistema educativo español debería fortalecer cada etapa formativa según su función en el mercado laboral, buscando la eficacia de los resultados académicos y la eficiencia de los recursos destinados a cada una, evitando duplicidades y facilitando pasarelas entre ellas. En el campo de las tecnologías, creemos fundamental que las nuevas generaciones dispongan de un conocimiento de base sólido y práctico que les permita, en caso necesario, profundizar en el conocimiento para la alta innovación y desarrollo de los proyectos estratégicos del país. No concebimos un itinerario de aprendizaje de un ingeniero, en cualquiera de sus especialidades, sin pasar por la FP previamente. Y posiblemente, esa convicción sea aplicable también a otros campos profesionales… Los elevados porcentajes de estudiantes de formación profesional en los países más desarrollados de Europa en comparación con España avalan la necesidad de potenciar ese itinerario a pesar de las presiones que pueda ejercer un lobby universitario que inevitablemente requiere actualizarse y adaptarse a los cambios sociales y económicos que avanzan a elevada velocidad.
- La crisis por la COVID ha obligado a entrar a fondo con las nuevas tecnologías en el ámbito formativo. ¿Hasta qué punto pueden abrir también nuevos campos profesionales y ser una oportunidad laboral más?
La revolución tecnológica 4.0 y la digitalización ya había empezado antes de la crisis por la COVID-19 y lo hizo hacia un cambio profundo de todos los sistemas; social, laboral, económico, … quizá sin precedentes. Las rápidas y necesarias adaptaciones que se han requerido para dar respuesta formativa durante el confinamiento por COVID, no han hecho más que acelerar el proceso de cambio. La formación profesional, por su aprendizaje práctico, requiere de presencialidad en el proceso de aprendizaje; no obstante, hay aspectos de conocimiento teórico que pueden ser impartidas de manera efectiva a distancia y además pueden facilitar el acceso a trabajadores para su reciclaje y actualización de conocimientos Por otro lado, incluso actividades prácticas pueden impartirse online a través de programario y simuladores con garantías de éxito. Estas adaptaciones han llegado al sistema formativo para quedarse y su buen uso representa una herramienta válida para el aprendizaje y la flexibilización. Aun así, cabe disponer de los medios informáticos y humanos para desarrollar con efectividad y garantías de resultados, los programas formativos y sus contenidos en formato viable para la formación a distancia; y esa tarea no es trivial.
Otro aspecto diferente, es la evidente automatización y digitalización de muchas tareas y procesos productivos que implicarán cambios sustanciales tanto a nivel socioeconómico como de capacitación de los empleados. El nuevo perfil profesional requiere de adaptación constante a cambios tecnológicos, sistemas informáticos, diseño, implantación, programación o mantenimiento de sistemas automáticos, … por lo que su base tecnológica debe ser amplia, transversal, polivalente y muy sólida para adaptarse a esos cambios, además de competencias personales enfocadas a los nuevos sistemas de organización del trabajo cómo iniciativa, capacidad de aprendizaje o trabajo en equipo. No parece mayor el cambio tecnológico que el cambio social que se aproxima.
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